Hace muchísimo tiempo que las personas domesticaron a los gatos y los incorporaron en su vida cotidiana, igual que pasó con los perros.
Por eso, es esperable que en todos nuestros relatos -orales o escritos- se hayan incorporado, desde que el primer gato se subió a la mesa y volteó el tintero, dejando ilegible una copia de la Biblia en algún monasterio; hasta que en el siglo XXI vino el Chipi y pasó por encima de mi teclado mientras escribía estopppppppppppppppppppppppppppppppppplllquegobiernodemierdajjjhhhhhh.
Tuvimos, en septiembre de 2024, esta entrega donde los gatos fueron una parte bien importante del contenido. Un poemario escrito en haikuu sobre el vínculo entre una persona y su gato, stickers, señaladores y láminas alusivas.
Está Edgar Allan Poe escribiendo “El gato negro”, y de alguna manera respaldando la creencia de que traen mala suerte o que son en sí un fenómeno sobrenatural o peligroso.
Jorge Luis Borges (¿vieron que no se puede hablar de literatura sin mencionarlo?) tuvo al menos un gato icónico: Beppo, albino como nuestra gata Puki, de mal genio y muy longevo, al que incluso le dedicó un poema. Silvina Ocampo contó que cuando Jorge Luis Borges abría una puerta en la Biblioteca Nacional, le preguntaba al gato que ahí vivía: “¿se puede entrar?”. Si ese gato estaba sentado en su silla él simplemente elegía otra para trabajar
Pero también está el relato “Cómo se pasa al lado”, de nuestro querido Julio Cortázar, donde postula algo de forma irrefutable: todo gato es un teléfono. En una época donde se trataba el teléfono de una de las formas de comunicación individuales más rápidas y accesibles, afirmar que un gato lo era hacía que se tratara casi de una necesidad básica tener uno, o incluso de un misterio valiosísimo.
Y una lista interminable de títulos como el de May Sarton, “El señor peludo”, donde literalmente quien protagoniza la historia es un gato, casi como una alabanza a la compañía que nos hacen.
Hay también gatos con nombres de escritores famosxs, o gatos de escritores famosxs con nombres sencillos.
El escritor japonés Haruki Murakami casi siempre es retratado al lado de un gato, y en sus relatos nos arriesgamos a decir que todas las veces aparece alguno en un lugar principal, como todo el periplo que se desata después de que uno se pierde en “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo”. Hasta abrió, con su esposa, un bar en honor a los gatos.
Los gatos son, tal vez, uno de los seres que más se asocie a las lecturas, las letras, las bibliotecas, o esos momentos de escribir o de leer mucho.
Por supuesto, no tienen la exclusividad, porque se sabe de muchísimas obras que incluyen a muchos otros animales, o que han acompañado a quienes las crearon; pero hoy decidimos dedicar esta entradita a estos seres hermosos que nos bancan la lectura.
Nos quedamos con esta última pregunta:
¿Qué tienen estos bichos hermosos que acompañan tanto a la literatura?
Me parece que, a diferencia de los perros y otros animales domésticos menos frecuentes, el gato tiene un aire de misterio, hechicería, ocultismo y sobrenaturalidad que fascina a los escritores. No por nada eran animales sagrados en el antiguo Egipto. Cuantos años hace de esto???? miles!!! y siguen vigentes y siendo reyes, para eso nacieron. Los perritos son la fidelidad, los gatitos la realeza.